martes, 18 de febrero de 2014

Tú eliges la próxima foto de perfil de Facebook de Idolos POP

Participa en nuestra votación y elige la próxima foto de perfil de Facebook de Idolos POP.

Pincha aquí para acceder a la votación. El plazo termina el próximo sábado 22 de febrero.

#IdolosPOP #RutadelBakalao

martes, 11 de febrero de 2014

Chimo Bayo, Alberto Añón y Double Vision, época dorada del techno valenciano


El single Ésta sí, Ésta no alcanzó el millón de copias vendidas en todo el mundo y Chimo Bayo se vio catapultado a la fama mundial, llegando a ofrecer más de 100 actuaciones por Europa y a ser número uno en países como Israel y Japón: décadas antes de que David Guetta y similares soñasen siquiera con llenar estadios, el DJ valenciano lo estaba haciendo ya, congregando a 50.000 personas en su mítica actuación en el Tokio Dome. 

Sólo un año después, repitió hazaña con otras dos canciones rompe-pistas, Química y Bombas: la segunda fue número uno en Japón, de nuevo, y se convirtió en su single más vendido. Tal fue la relevancia de Bayo que, en 1994, acudió en representación de todos los DJ y de los autores de música de baile nacionales al Festival Internacional de las Músicas (MIDEM), que se celebra anualmente en Cannes. Ese mismo año, editó el que sería el último de sus hits, La Tía Enriqueta.

El boom de Así me gusta a mí terminó por atraer la atención de las principales discográficas nacionales hacia la música de baile y abrió la puerta a muchos otros artistas: en 1991, EMI-ODEON publicó los maxi-singles Dime corazón y Nothing like your love, cartas de presentación y dos de los temas más celebrados del DJ valenciano Alberto Añón, que formarían parte de su LP Pequeñas sorpresas para bailar, publicado en 1992.

Englobada tradicionalmente dentro de los parámetros del italo-disco y del euro-house, la trayectoria musical de Añón duró poco, hasta 1995, pero tuvo un eco popular nada desdeñable: a su LP de debut siguieron dos más, Tremendo (1992) y Tiempos de amor (1994), que dejaron un buen puñado de singles de tecno-romántico y que llenaron las pistas de baile de emociones a flor de piel y de sentimentalismo, siendo su producción más asimilable a la de los recién llegados OBK, que debutaron también en 1991, que al espíritu lúdico y gamberro de la de Chimo Bayo.

Otro de los grupos que destacó especialmente en la época fue Double Vision, aunque, pese a llegar a ser número uno en la lista de AFIVE, su repercusión terminó siendo mucho mayor fuera de nuestras fronteras: formado por el DJ valenciano Pedro Cerveró y la vocalista irlandesa Caroline McCloskey, Double Vision debutó en 1993 con la publicación del single Sara, de la mano de Estampida Records, discográfica fundada por el propio Cerveró en 1987.

En 1994, vio la luz Knocking, su tema más celebrado y que les granjeó diversos discos de oro y platino por toda Europa. All right, de 1995, abundó en esta tendencia y afianzó la presencia del grupo en las principales salas de baile de Alemania, Holanda, Austria y Bélgica: auténticos epicentros del clubbing en el viejo continente en la transición de los 80 a los 90.

Fijaron su residencia en Ámsterdam, entonces, y publicaron a través del sello alemán ZYX su único LP hasta la fecha, Unsafe Building, en 1996: tal fue su éxito en Alemania y Holanda, que las cadenas Bravo y Viva los nominaron como mejor grupo extranjero de música dance y que llegaron a ser invitados a una de las ediciones del concierto anual por el cumpleaños de la reina Beatriz.

A partir de 1994, sin embargo, la Ruta del Bakalao entró inevitablemente en la espiral autodestructiva que terminó por abocarla a su fin, inmersa en una embrutecida competición de ruido por el ruido y de chunda-chunda desaforado, pervertido su buenrrollismo fundacional por la manifiesta agresividad que generaban las drogas de síntesis, devaluadas por el cretinismo del que hacían gala sus nuevos asiduos, tan alejado del espíritu lúdico y libertario de sus predecesores, y señaladas por una furibunda campaña de acoso mediático, a cuenta del elevado balance de accidentes automovilísticos que provocaban cada fin de semana.

 Las discotecas que la conformaban se vieron arrastradas al descrédito y entraron en una progresiva decadencia que las llevó, primero, a cambiar de nombre y, después, simplemente a desaparecer.

Poco queda ya, en efecto, de aquella singular cultura de ocio alternativo de origen netamente valenciano que sorprendió al mundo entero en la década de los 80. Eventos especiales y sesiones de remember, poco más, que recuperan a aquellos DJ míticos que hicieron grande a la Ruta y a las que acuden, ahítos de nostalgia y de ju-jás, los que vivieron con fervor su nacimiento y eclosión.

Fuente: Catálogo Exposición Ídolos POP

lunes, 3 de febrero de 2014

Chimo Bayo, el nacimiento de un icono musical

Joaquín "Chimo" Bayo nació en Valencia en 1961, aunque gran parte de su infancia transcurrió en Teruel, en Rubielos de Mora. Dedicó su adolescencia a su gran pasión, el motocross, compitiendo como profesional en categorías inferiores hasta que un aparatoso accidente truncó su prometedora carrera.

De vuelta en Valencia, se vio imbuido de aquella nueva sensibilidad que se había apoderado de la capital e inició la trayectoria que había de consolidarlo como uno de los principales referentes de la música mákina.

Su labor como DJ le hizo circular por algunas de las salas que surgieron a la sombra de la tríada Barraca-Chocolate-Spook, alcanzando cierta notoriedad ya durante su etapa al frente de Arsenal, ubicada en la localidad de Oliva.

Fue en esta época, en torno a 1987, cuando Chimo Bayo tomó la decisión que le acabó por granjear un lugar preferente en el Olimpo de la Ruta: fundó la discográfica Raya Records, se convirtió en compositor y productor, y editó Ráyate, una recopilación de remezclas de música electrónica que imitaba las sesiones que él mismo llevaba a cabo en Arsenal.

El éxito fue inmediato: vendió 20.000 copias de aquel disco, posibilitó a los makineros disponer de material para reproducir en sus coches y abrió los ojos de los promotores del resto de salas y de los propios DJ, que empezaron a ver negocio en editar casetes con mixes de las sesiones que programaban o ejecutaban.

A aquella primera grabación la siguió una segunda, Ráyate 2, que alcanzó aún mayor repercusión y que colocó a Chimo Bayo y también a El Templo, la sala cullerense en la que pinchaba entonces en la primera línea del panorama musical. Comenzó a reclamarse su presencia en salas de toda España, se sucedieron los bolos en los que Bayo siguió haciendo gala del estilo que le caracterizaba, asimilado habitualmente al de Front 242 por abarcar desde el electropunk al EBM, con fugaces estallidos de hardcore industrial, y el DJ decidió concentrar sus energías en la creación de temas propios.

Atraído por el éxito en diferentes locales de algunas de las composiciones de Germán Bou –músico de amplia formación y copropietario, con Rafael García, de Rager Estudios–, Chimo Bayo entró en contacto con él y, juntos, comenzaron a dar forma a la canción que acabaría por convertirse en el himno de toda aquella generación: Así me gusta a mí.


El impacto de aquella fusión de talentos sigue sin tener parangón. Con su base rítmica contundente y arrolladora, sus insólitas onomatopeyas y scats (esos ju-jás y chiquitán-chiquiti-tán-tán-tán, que fueron repetidos e imitados hasta la saciedad), la espectacular puesta en escena de Bayo con su sempiterna gorra de CCCP, su coraza galáctica y sus gafas con luces acopladas a la montura y aquella evocadora línea de texto que contenía su escueta letra: Ésta sí, ésta no, ésta me gusta me lo como yo; obra del propio Bayo y de Charo Campillos, Así me gusta a mí pasó a ser el grito de guerra de los asiduos a la Ruta del Bakalao.




Fuente: Catálogo Exposición Ídolos Pop