En efecto, las discotecas acabaron por devenir marcas y empezaron a utilizar herramientas de marketing más propias de emporios industriales que de meros locales de ocio nocturno: logotipos, carteles, flyers y merchandising se convirtieron en iconos recurrentes e identificables, en elementos capitales para la singularización de cada oferta y para el mantenimiento de su presencia en la capital, en especial, al encontrarse muchas de ellas alejadas geográficamente de Valencia. Para ello, se recurrió al talento de multitud de artistas emergentes que trajeron consigo las estéticas y tendencias que habían definido a las principales salas de baile del mundo durante la transición de los 70 a los 80.
Dentro del campo del interiorismo, alcanzaron relevancia diseñadores como Nacho Moscardó, que inició su trayectoria en torno a 1974, y cuya obra destacó por su original diseño de luces, por su singular aspecto gráfico y por las influencias del diseño italiano, con resultados eclécticos y barrocos siempre sorprendentes. Chocolate Cream, Triplex, Lucciolato, Dream´s Village u Opera fueron algunos de los locales que dieron fe de su trascendental aportación con el auge del diseño posmoderno.
También capital en este ámbito fue el trabajo de Janfri Design, interiorista valenciano autor de diversos locales de ocio en los 80 y de magníficos diseños hi-tech en la década de los 90: salas como Público, Puzzle, Esplai o Carmen Sui Generis son excelentes ejemplos de su concepción de la arquitectura de interiores, caracterizada por la combinación de materiales sobrios y limpios, con un amplio despliegue tecnológico y con impresionantes proyecciones de luz. Colaboró habitualmente con muchos artistas de otras disciplinas, como Gonzalo Mora o Nacho Ruiz.
Esta decidida apuesta por el diseño como elemento fundamental de la propia propuesta lúdica, partió de los mismos propietarios de las salas: así, Bernardino Solís, socio fundador del emblemático Dúplex y copropietario de un buen número de locales de ocio, encargó a Javier Mariscal y a José Alfonso Morera El Hortelano el diseño de aquel; y Julio Andújar apostó personalmente por traer a Valencia la particular estética de los locales de ocio de la New Wave británica y de la escena underground neoyorquina, fusionando diseños revolucionarios de iluminación y sonido con gráficas de vanguardia en locales como Metrópolis o ACTV.
Numerosos artistas pusieron su talento al servicio de éstas y otras míticas salas, así como al diseño de portadas de discos: tal fue el caso de reputados ilustradores como Daniel Torres, Sento, Micharmut, Manel Gimeno y Mique Beltrán o de diseñadores de la talla de Paco Bascuñán y Quique Company.
En el terreno específico del diseño gráfico y la cartelería, destacaron artistas como Eduardo Marín, estrechamente vinculado con la música, la danza y la poética experimental y que dejó su inspirada impronta en el grafismo de discotecas tan importantes como Arena o Chocolate, siendo autor, además, de la gran mayoría de carteles de conciertos internacionales de rock celebrados en Valencia durante la época.
Gonzalo Mora, por su parte, participó en el grafismo de algunos locales emblemáticos, como Público, Carmen Sui Generis o Café Linterna, destacando sobre todo por sus originales tipografías y por la sobriedad formal de sus diseños. Fue muy importante también su labor en el campo de los murales digitales retroiluminados, en locales como Puzzle, 69 Monos o Esplai, en Sueca.
Nacho Ruiz fue un auténtico todoterreno de la movida valenciana: artista, decorador y promotor de fiestas y actividades de ocio, su aportación personal se inicia con sus colaboraciones con la discoteca Arena y continúa en otras salas punteras como Vanessa, Raza, Spook, Alquimia o Apache.
El DJ, fotógrafo y artista plástico daBid desarrolló una impresionante trayectoria en los años 80, 90 y primeros 2000, trabajando para empresas y clubes en Valencia, Nueva York y Barcelona, como Etiket, Custo Barcelona, Spook Factory, 69 Monos o Margarita Blue.
También destacó por su fecundidad y excelencia la labor del ilustrador Ramón Marcos, autor del diseño original del mítico punky enojado que se convirtió en el emblema de Puzzle, que aportó el mismo estilo de cómic de línea clara —del que había hecho gala en sus historietas para Bésame Mucho y Cairo—, pulcro, preciso y enormemente expresivo, tanto a carteles y flyers, sobre todo, de la discoteca Barraca —aunque fue reclamado también por otras como Chocolate—, como a portadas de discos de bandas locales como la de Julio Galcerá & Mala Seguida.
Fuente: Catálogo Exposición Ídolos Pop
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