lunes, 9 de diciembre de 2013

Los "teenagers". Ídolos musicales de posguerra

El ídolo musical que aparece tras la II Guerra Mundial representa un nuevo modelo de estrella adolescente, ajeno al star-system del cine, en el momento que la televisión pone en jaque a la industria de los grandes estudios de Hollywood y su relación con la estrellas, en franca rebeldía desde comienzos de los años 50.

Su excepcionalidad no reside solamente en su voz, Judy Garland, Mickey Rooney y Diana Durbin, ídolos adolescentes para adolescentes que aparecen durante  la depresión.



Jóvenes trabajadores eran la mayoría de cuantos luchaban por sobresalir en el mercado juvenil. Ellos fueron los primeros que tomaron conciencia de sí mismos como clase de edad y delimitaron sus modelos culturales y el imaginario por el que se autoafirmarían sucesivas generaciones, dentro de la industria del espectáculo, con todos sus derivados mercantiles, hasta configurar la ideología juvenil. Impensable hasta el momento en que los jóvenes consiguen independencia económica y poder adquisitivo para consolidarse como grupo independiente consumidor en las sociedades democráticas.


Esa es la razón por la que sus seguidores se identifican desde entonces con los ídolos de la canción y su mercadería. Los idolatran y copian, desde su estilo de vestir y sus poses  a sus formas de pensar y actuar. Leen cuanto se escribe sobre ellos. Coleccionan sus fotos, películas y discos como estampas milagrosas, reliquias de santos laicos de una nueva iglesia –entre el mercado de masas y el supermercado espiritual– que emerge en los años 50 con el rocanrol y que adquiere estatus de epifanía al revelarse Elvis Presley como Mesías. Un joven camionero que tuvo su oportunidad en un momento de búsqueda de nuevos modelos juveniles y que acabó convertido en el prototipo mítico con quien identificarse.


Esa es la singularidad de la estrella pop: su fugacidad. La estrella cinematográfica crece con el público hasta su consunción, pero no así el ídolo juvenil, que por su propia idiosincrasia está destinado a desaparecer con la generación que lo encumbra. Y si permanece sólo es como reliquia patética de Peter Pan, parodia de sí mismo que trata de revivir en sucesivos revívales nostálgicos a cuál más ridículo.

Fuente: Catálogo Exposición Ídolos Pop

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